Apenas una furtiva especie de viva cosa fugaz chanta chirlo voltaquín, saltariando

Galería Marlborough

Madrid

Alonso Martínez

lunes, 29 de abril martes, 30 de abril miércoles, 1 de mayo jueves, 2 de mayo viernes, 3 de mayo sábado, 4 de mayo domingo, 5 de mayo lunes, 6 de mayo ... y más fechas

Esta exposición indaga en una producción plástica que reúne una energía de vívida espontaneidad, inquietos puntos de vista y giros poéticos que parecen sacados de una narración que nos conduce hacia lugares comunes y singulares. Parece mostrarnos una zona desconocida que, al recibir atención, se confunde con una iluminación mística que puede resultar extraña. Aquí el acto de sentir va de la mano con el acto de caer en una lógica que solo puede aprehenderse si estamos abiertos a la otredad. En estas obras encontramos reflexiones que van dando forma a las sensaciones más cotidianas, que, entresacadas de la bruma de nuestra existencia, recortadas a navaja por las mentes de los artistas, lucen “apenas una furtiva especie de viva cosa fugaz chanta chirlo voltaquín, saltariando”.

De entre los temas que exploran los artistas aquí presentes, la fugacidad es quizá el más notable, y lo que permite destacar la ambigüedad en lugar de lo unívoco. Pongamos por caso una de las obras del danés Rasmus Nilausen (Copenhague, Dinamarca, 1980), titulada "Untitled" (2016), en que “se ve una constelación de estrellas que parece un cazo”. Se trata de una obra que no fija ninguno de sus elementos: ¿lo que atisbamos en primer plano es una mesa o una cama? ¿El marco verde representa una ventana o una pintura? “Hay un elemento muy ambivalente en forma de estrella de cinco puntas que parece una fruta”. Y tras señalar esto, el artista amplía la fugacidad de esta interpretación al subrayar la existencia de una presencia lumínica en sus costados, “como si fuera un objeto caído de más arriba”.

La obra "Será que yo estoy bien pero algo en mí se deprime" (2020), presente en la colectiva “Otrxs Mundxs” del museo Tamayo de México, surgió de los diálogos que Rita Ponce de León (Lima, Perú, 1982) mantuvo con personas con las que intensificó estrechos vínculos durante el acontecimiento global, sobrevenido e inesperado de ese año. La artista se interroga por nuestras actuales formas de relación y dependencia: ¿qué tienen que decir estas personas a otras a las que no conocemos? Lo que necesitamos decirnos a nosotros mismos tal vez resuene también al resto de la humanidad. Ponce de León ahonda en los procesos fugaces propios de este periodo, al buscar experiencias concretas que nos afectaran en común.

Del mismo modo que Ponce de León interpela la mirada ajena para encontrar la suya, la clave de las obras de esta muestra depende del punto de vista que adoptemos: así ocurre en la pintura "Foothills # 7" (2023) de Caragh Thuring (Bruselas, Bélgica, 1972), que evoca la geología de los paisajes volcánicos, además de la intensidad de las pasiones humanas. La artista señala que las estribaciones son lugares fértiles pero peligrosos, donde la vida y la muerte coexisten y donde la roca se funde, se pliega y se forma de nuevo en un ciclo interminable. La pintura adapta, repite y recicla fragmentos extraidos de una pintura suya anterior titulada "The Foothills of Pleasure" (2022), acentuando un proceso de autoimitación: la composición comparte momentos de conexión con la pintura “madre”, pero también diverge, enmarcando la misma escena desde un punto de vista distinto. El cambio de perspectiva es fundamental para la creación de esa imagen ambigua y remarca los giros poéticos que hallamos por ejemplo en la propuesta de Luis Gordillo (Sevilla, España, 1934). La obra que nos ocupa se nutre de una anterior titulada "Blancanieves y el Pollock feroz" (1996), en la cual se vale de operaciones similares en torno a la profundidad: "Little cabeza" (2000), entonada de azules con curioso volumen, intenta no desenredar la figura -un pájaro barrigudo de cabeza pequeña- del fondo -nubes azuladas y atmósfera de riscos negro-gris-, ofreciendo un desvío común en su práctica.

Gordillo parece preguntarnos cuál de los dos fondos resulta más profundo. Sería difícil discurrir sobre su grado de profundidad, pero queda claro que ambos son cielos-atmosféricos que evocan un seísmo, materias todavía informes que en sus espasmos inician una realidad. En esta misma frecuencia vibrante se encuentra la obra "Cockerel Caught" (2024) de la artista y cineasta Rosalind Nashashibi (Croydon, Reino Unido, 1973): fija, como en un fotograma, el momento en que unos hombres atrapan un ser tan poderoso, agresivo y orgulloso como un gallo y provocan, por un instante, una atmósfera asfixiante cargada de desequilibrio de poder, señalado a través de la tensión de las manos y la transacción venidera, que se asemeja a una pequeña detonación.

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